Opinión

Resultados PAES: ¿Y ahora qué?

Por: Valentina Muñoz Rabanal.

Este martes 3 de enero, cientos de jóvenes inician el año con un resultado importante: sus puntajes de la prueba de ingreso universitario. Pero el camino para estudiar en la universidad es mucho más largo, complejo y burocrático que eso. Así que, ¿ahora qué?

Cuando me preparaba para rendir la prueba universitaria (en ese entonces PDT, “prueba de transición”), recuerdo que me dijeron: “el puntaje ideal, es aquel que te alcanza para estudiar lo que quieres y donde quieres”, derribando la noción de que es necesario un puntaje tremendamente alto en cada una de las pruebas o que debemos aspirar a un puntaje nacional para traer honor a nuestros padres y colegios, a lo Mulán. Los caminos predeterminados de lo que “se supone” que deberíamos hacer dista mucho de la realidad en todo sentido, pero sin duda la presión es significativamente superior para los estudiantes de sectores socioeconómicos más vulnerables. Una realidad que viví muy de cerca al cursar la educación secundaria en un colegio público “emblemático”, el Liceo Carmela Carvajal.

La presión de estudiar una carrera tradicional, como derecho o medicina, con la promesa de obtener un mayor sueldo y salir del círculo de la pobreza (lo que en Chile, en promedio, tarda seis generaciones). Pero el panorama del siglo XXI está lleno de posibilidades que hace tan sólo 10 años atrás parecían imposibles, posibilidades que vienen de la mano con el desarrollo tecnológico: las STEM. Es más, la CEO de Telefónica Educación Digital, Ana Casilda, afirma que a nivel global la tecnología creará más de 133 millones de puestos de trabajo[1] y se estima que “seis de cada diez niños en edad escolar trabajarán en profesiones que aún no existen”.

Carreras de siglo XXI

STEM es la sigla que agrupa la ciencia, tecnología, ingeniería y matemática. Según el estudio de PwC ‘Will robots really steal our jobs?’ (¿Los robots realmente nos robarán nuestros trabajos?), de aquí al 2030 en Chile, uno de cada tres empleos estará en riesgo por la automatización.[2]

Esto posiciona a las carreras STEM como una oportunidad profesional a largo plazo, ya que sus competencias asociadas no solo son necesarias para adaptarse a las nuevas necesidades del mercado, sino, sobre todo, para acomodarse a los sucesivos cambios que irán apareciendo en el mercado laboral: la automatización, inteligencia artificial y ciencia de datos, son sólo algunos ejemplos.

Lo más interesante de las carreras STEM, es que están surgiendo constantemente nuevas carreras relacionadas con el tratamiento de los datos (Big Data), la ciberseguridad, la realidad virtual y aumentada, el Internet de las Cosas (IoT), la bioinformática, la ciencia de los alimentos, las ciencias ambientales o la astronomía, entre otras.

Hay muchas razones por las cuales vale la pena estudiar una carrera STEM. Para empezar, son profesiones innovadoras cuya tasa de desempleo es bastante baja, ya que tienen una alta demanda de vacantes en diversos campos de aplicación. Y no menos importante: los sueldos suelen ser bastante altos, por lo que son una oportunidad mucho más variada pero a la vez viable de salir del círculo de la pobreza, sin limitar nuestras posibilidades ni dejar de lado lo que realmente te apasiona.

Además, las opciones de estudiar una carrera STEM también son diversas: no sólo podemos especializarnos en una universidad tradicional, sino que también podemos optar a carreras técnicas, que tienen una alta empleabilidad pues la formación recibida está en directa sintonía con las necesidades del sector productivo.

¿Y por qué no una carrera técnica?

Son carreras más económicas que las universitarias, con aranceles considerablemente inferiores. Sus programas de estudio son flexibles, sobre todo en modalidad online, y se adaptan a tu disponibilidad de tiempo, además de su programa de estudio es considerablemente más corto e intensivo.

Las carreras técnicas de nivel superior están reconocidas por el Ministerio de Educación, son consideradas como parte del sistema de educación superior y las imparten en mayor medida los Centros de Formación Técnica (CFT) y los Institutos Profesionales.

Pero claro, además de saber qué estudiar y dónde, la mayoría de los postulantes a la educación superior tienen una preocupación común: cómo financiar su educación universitaria.

Opciones de financiamiento

Mientras que el porcentaje de estudiantes de colegio particular pagado que ingresa a la universidad rodea el 80%, en 2021 sólo el 38% de los egresados de colegios públicos (municipales y subvencionados) fueron admitidos en alguna institución de educación superior. Y analizando el tipo de enseñanza de cada colegio, sólo el 22% de los egresados de un colegio técnico-profesional logró ingresar a la universidad. Hoy existe la posibilidad de estudiar con gratuidad, beneficio que se otorga a los estudiantes cuyo Registro Social de Hogares (RSH) les posicione dentro del 60% más vulnerable socioeconómicamente de la población. Según cifras de la Subsecretaría de Educación Superior, cerca de 430 mil estudiantes contaron con este beneficio el año 2021, al que se postula mediante el Formulario Único de Acreditación Socioeconómica (FUAS) y cuyo segundo proceso de postulación comienza en febrero. El FUAS se llena una única vez y con

él se postula de manera automática no sólo a la gratuidad, sino también a la Beca Nuevo Milenio, Beca Bicentenario, Beca Excelencia Técnica, Beca Excelencia Académica, Beca para Estudiantes en Situación de Discapacidad, Beca de Alimentación para la Educación Superior (JUNAEB), entre otras, incluyendo las becas Fondo Solidario de Crédito Universitario y Crédito con Garantía Estatal en el caso de aquellas personas que no sean elegibles para la gratuidad, por eso es importante que todos los postulantes rellenen el FUAS, sin excepción.

Tanto los Centros de Formación Técnica como la Universidades privadas y estatales cuentan con procesos de postulación interna para beneficios estudiantiles de apoyo económico, pero también algunos cuentan con gratuidad mediante postulación FUAS por lo que es importante que averigües si el CFT o universidad que te interesa está adscrita al sistema de gratuidad: https://portal.beneficiosestudiantiles.cl/gratuidad/instituciones-adscritas

No existe un único camino

Finalmente, es importante recalcar que nuestro futuro no es una receta mágica con pasos inamovibles que seguir, ni un recorrido lineal, ni mucho menos predeterminado para todas las personas por igual. Nuestras historias, nuestras pasiones y nuestras aspiraciones, cada pequeño detalle nos diferencia y nos guía hacia un desarrollo auténtico.

Por mi parte, tuve la suerte de que mi liceo contaba con un taller de robótica, gracias al que me acerqué al mundo de la programación competitiva y descubrí mi pasión por las tecnologías de la información (TIC) desde muy joven. A los 12 años aprendí a programar en Lego MINDSTORM, a los 14 hice mi primer curso de programación en lenguaje Java en la Universidad de Chile (también gratuito, por cierto) y a los 18 -por allá por el 2020, en plena pandemia- me convertí en la persona más joven en contribuir a la construcción de la Política Nacional de Inteligencia Artificial en Chile.

Esta trayectoria a tan corta edad me ha abierto infinitas puertas, pero mi mayor pasión llega de la mano del activismo, con esta lucha por compartir y democratizar el conocimiento digital, lo que me ha llevado a construir una comunidad de más de 33 mil seguidores en Instagram a través de mi cuenta @chica.rosadita, y actualmente ser la primera mujer latinoamericana en ser nombrada Defensora de los Objetivos de Desarrollo Sostenible por el Secretario General de las Naciones Unidas.

Y en paralelo, soy estudiante de Ingeniería Civil Informática en la Universidad Técnica Federico Santa María, estudiando con gratuidad.

Pero claro, no todo es color de rosa: la sobreexposición, la adicción a redes sociales y trabajar y estudiar, llevaron mi salud mental al límite, por lo que a principios de este año tomé la difícil decisión de congelar mis estudios para internarme, luego de una fuerte crisis de ansiedad.

Si bien nunca quise tomarme un año sabático porque sentía que iba a “atrasarme” o que sería una pérdida de tiempo, creo que la vida me hizo tomarme un año a la fuerza, y para mí no hubo mejor manera de entender que todo toma su rumbo y que lo principal es que nos sintamos bien como individuos antes de producir incansablemente.

Así que, si tu puntaje no es el ideal, si no estás seguro de qué estudiar, ni dónde, ni cómo financiarlo: tómate tu tiempo. Haz cada proceso con calma, busca redes de apoyo y

orientación y no tengas miedo a intentarlo de nuevo de ser necesario. Pero por sobretodo: sigue tu instinto por sobre lo que otras personas esperan de ti.

Porque si sabes lo que quieres, nunca vas a elegir mal.




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